“A partir de la segunda
mitad del siglo xix los liberales concentraron sus esfuerzos en diseñar un
proyecto educativo moderno bajo la dirección del Estado.
La idea central era formar a los niños en la
escuela, es decir, contar con una educación formal, la cual debía de atender de
manera especial la formación cívica del niño”
Los años que van de 1856 a
1867 constituyen un período de gran actividad en materia de legislación
educativa.
Juárez, a la cabeza de un
destacado grupo de liberales, consideraba más que urgente pasar de las meras
iniciativas a la normatividad en materia educativa; sin embargo, mucho de lo
propuesto ya se había planteado anteriormente, pero ahora se daba fuerza a
estas ideas al incluirlas en la Constitución de 1857.
El tema educativo quedó
incluido en el art. 3°:“La enseñanza es libre; la ley determinará qué
profesiones necesitan título para su ejercicio y con que requisitos se debe
expedir”.
En 1856 se establece la
secundaria para niñas, importante iniciativa que coloca la primera piedra en la
construcción de la formación de las futuras maestras.
Para el año de 1857 se dan
las bases para la fundación de escuelas normales.
Los aspectos de orden cívico
son considerados en la asignatura “Lectura y leyes fundamentales”; es evidente
el interés de los liberales por dar a conocer la nueva legislación liberal
entre los niños. En este mismo plan, las
asignaturas “catecismo religioso” e “historia sagrada” son eliminadas
definitivamente del currículo escolar por obvias razones como consecuencia de
la separación de la Iglesia del Estado suscitado en el año 1859.
En su lugar, se establece la
materia de “moral”, que se aboca a la enseñanza de los principios morales y que
se mantendrá hasta finales del siglo XlX.
La línea estaba trazada;
como lo anota Josefina Vázquez: “había que arrancar la educación de las garras
del clero y difundir ampliamente la enseñanza”.
La política educativa liberal avanza en 1867, se presenta La Ley
Orgánica de Instrucción Pública, la cual señala que la instrucción pública es
gratuita para los pobres y es obligatoria; la enseñanza religiosa desaparece
totalmente, por lo menos en la legislación.
Dos años más tarde 1869 se
publica La Ley Reglamentaria de Instrucción Pública, que establece la creación
de la Escuela Nacional Preparatoria, así como una serie de cambios en los
planes del nivel primario y preparatorio.
El escenario educativo se
había transformado, aunque básicamente en materia normativa; la realidad
educativa aún estaba es espera del gran cambio; se requería de un presupuesto
importante para transformar la precaria educación del país.
Los esfuerzos fueron
constantes y no se veía el desánimo entre los convencidos de las bondades de la
educación.
Ernesto Meneses señala
que, desde 1823 hasta 1865, se aplicaron
ocho planes de estudio para primaria, en los cuales las asignaturas básicas
eran: Lectura, Escritura, Aritmética y Catecismo Político.
Es decir, la enseñanza de materias básicas
para la formación elemental, pero también algunas nociones de educación cívica;
todo ello fue considerado por los políticos e interesados en promover un
proyecto, programa o solo algunas líneas sobre la educación. Así, desde que
México obtuvo su Independencia, el tema ha estado sobre la mesa.
Con la Restauración de la
República en 1867, las asignaturas de Urbanidad y Moral tuvieron a su cargo la
formación de valores en el niño; al mismo tiempo se incluyó Rudimentos de
Geografía e Historia.
La formación
cívico-histórica del futuro ciudadano avanzaba sobre camino firme, los
liberales contaban ya con la base normativa para la construcción del gran
proyecto educativo liberal.
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